Dime, hermano, échate este cuento que te va a dejar con la boca abierta. Resultó que la Empresa de Saneamiento Básico de La Habana, ¡la misma que debería tener la ciudad limpiecita como una patena!, ¡recibió el premio a la “Vanguardia Nacional”! ¡Ajá! Como si estuvieran en un concurso de limpieza de casas de muñecas.
Pero, ¿y la realidad, asere? ¡La realidad es otra cosa! Da igual que sea Centro Habana, Marianao, o Regla; anda por cualquier calle de La Habana y te encuentras con un panorama que te deja sin aliento: aguas negras corriendo por las calles, como si fuera un río sucio, ¡y la basura, ay Dios mío, la basura! Montones y montones, que parecen montañas, al lado de hospitales y escuelas. ¡Una candela! ¡Un verdadero abuso!
El director de la empresa, un tipo que debe tener más cara que espalda, salió a dar el discurso, como si fuera un campeón de boxeo. Según él, su equipo hizo un trabajo “protagónico” contra el dengue y el COVID. ¡Ño, asere, no me jodas! El dengue anda más suelto que perro sin amo por los barrios, gracias a la porquería que se acumula por todas partes. ¡Ni pinga de protagónico!
El secretario del sindicato dijo que la empresa es parte de los “35 colectivos del país” que merecieron el premio por su “participación en todas las transformaciones”. ¡Qué transformaciones, mi hermano! Las únicas transformaciones que veo son las de la basura que se convierte en montañas gigantes. ¡Eso sí que es una transformación!
En fin, mi gente, esto es más falso que un billete de tres. Mientras los que están arriba se dan golpes en el pecho por un premio que huele a guarapo agrio, los cubanos siguen luchando contra la porquería y las enfermedades. ¿Y la solución? Parece que está más perdida que un diente en un plato de arroz con leche.