¡Qué descaro! Atrapan a un tipo metido en un maletín pa’ robar en una guagua
Dime, hermano, échate este cuento que te va a dejar con la boca abierta. Resulta que en Camagüey, o mejor dicho, rumbo a Camagüey, se armó una película de esas que ni en Hollywood se imaginan. Un grupo de pillos, tres para ser exactos, se inventaron un plan pa’ robar en una guagua, ¡pero el chofer y los pasajeros les dieron tremendo susto!
El plan maestro (o el plan más loco que una cabra)
El cuento es que estos tres muchachos pensaron que iban a ser más vivos que el hambre, que iban a pasar por la cola de la bodega sin que nadie se diera cuenta. Imagínate: se montaron en un ómnibus arrendado que iba pal’ Oriente, y uno de ellos, el más “brillante”, se metió escondido en un maletín. ¡Como si fuera un agente secreto de película, pero en versión cubana y con mucho menos glamour!
Los otros dos, sus cómplices, llevaban más maletas llenas de… ¡cosas que no eran de ellos! Supuestamente era el equipaje de un amigo que se había divorciado. Ajá, para que la cosa se viera más “legítima”.
¡A la vista!
Pero, como dicen por ahí, “el que mucho abarca, poco aprieta”. El chofer, un hombre con ojo de lince (aunque sea de guagua), notó que uno de los maletines pesaba más que el resto. Algo le olía raro, como a guayaba pasada. Abrió el maletín y… ¡zas! ¡Allí estaba el agente secreto, apretado como un sardina en lata!
Imagínate la cara de los pasajeros. La sorpresa fue más grande que el hueco de la bolsa de nailon de la bodega. Enseguida se armó un lío. El chofer, sin perder la calma (o fingiendo que no la perdía, porque yo en su lugar ya hubiera estado sudando más que un cañero en agosto), llamó a la policía.
El final de la película
En cuestión de minutos llegó la patrulla, y estos tres “artistas” terminaron presos, con las manos vacías y la cara llena de vergüenza.
El cuento terminó con los pasajeros respirando tranquilos, el chofer contento por haber evitado el robo, y los ladrones con una buena lección aprendida. Una muestra más de que el descaro a veces no funciona, y que cuando la gente se une para defenderse, los pillos se quedan con las ganas.