Policía en Santiago le jode la venta a un carretillero
Dime, hermano, échate este cuento que te va a dejar con la boca abierta. Sucede que en Santiago de Cuba, en la zona de Micro 9, la cosa está más caliente que una sartén sin manteca. Un carretillero, Damián, se encontró con una situación súper fula.
El guantazo de la ley: ¡Vender o perder!
Resulta que la policía le cayó encima a Damián, como si fuera un caimán a una presa fácil. Le dijeron que o vendía toda su mercancía a un precio de gallina flaca, o le quitaban todo. ¡El tipo quedó más pálido que una sábana! Ni que fuera un juego de dominó, pero la jugada estaba servida y las reglas las ponía la ley.
La cosa es que Damián tenía que vender sus productos a un precio tan bajo que ni en la tienda más barata se encontraba. ¡Una ganga para la gente, pero una tragedia para él! Y para colmo, ¡le pegaron una multa de 36.000 pesos! ¡Que abuso! Ni un salario mínimo cubre esa cifra.
Un pueblo hambriento: ¡La guagua del descaro!
Pero espera que la cosa no termina ahí. La gente, asere, se volcó sobre Damián como si fuera un festín de comida gratis. Lo dejaron sin nada en un dos por tres. ¡Qué falta de respeto! Solidaridad cero, la gente buscando la mejor oferta sin importarles la desgracia del pobre tipo.
Un testigo cuenta: Para no decomisarle sus mercancías, la policía le obligó a vender todo al precio que ni el mismo Estado lo vende. Tuvo que liquidar todo, y encima la multa…
La cruda realidad: ¡Más común de lo que parece!
La historia de Damián no es un caso aislado. En Santiago de Cuba, y en otras partes del país, estos abusos contra los cuentapropistas se están volviendo más frecuentes. Mientras la policía les cae encima a los que intentan sobrevivir vendiendo en la calle, los precios en las tiendas estatales siguen por las nubes. ¡Qué paradoja, eh!
Este tipo de situaciones te ponen a pensar: ¿de dónde saca un hombre como Damián 36.000 pesos? ¿De dónde, eh? ¡Es una lucha diaria por sobrevivir!
¿Qué hacer ante tanto abuso?
Al final del día asere la gente está desesperada, y algunos se aprovechan de la desgracia de otros. ¡Tremendo lío!
Si tú, mi hermano, has pasado por una situación similar, o conoces de algún abuso, ¡no te quedes callado! Denuncia, que la voz del pueblo necesita hacerse escuchar. Que se sepa lo que pasa en la Isla. Aunque te quieran callar con una multa.