¡Ay, mamá! Levanta el bongó, que te voy a cantar un son que arde, que quema la piel como el sol en el central.
Esto no es cuento de turista, ni son de vitrina,
esto es la verdad que corre por las venas de mi fina.
El gobierno, ese que se las da de bueno y solidario,
tiene un truco viejo, hermano, un truco muy precario.
Cuando la cosa se pone fea, cuando el apagón es ley,
cuando el agua se hace cuento y el hambre es nuestro rey,
¡zas!, sacan un pañuelo, una bandera de otro lao’,
para que el pueblo mire allá, mientras el nuestro se ha ahogao'.
¡A la Tribuna por Palestina! ¡Qué linda causa, sí señor!
Pero, ¿y la Tribuna de mi gente, con su llanto y su sudor?
¿Y el clamor del barrio, que no tiene ni luz ni pa’ comer?
¿Quién alza la voz por el cubano que no puede ni correr?
El patrón se repite, como un son montuno sin cesar,
cuando el malestar se oye, cuando la gente va a gritar,
inventan un circo, un show, una pantalla pa’ tapar
la incompetencia que nos ahoga, la gestión que nos hace llorar.
¡Silencio, por favor, que se oye el tambor!
Ese tambor que no para, que marca el compás del dolor.
De apagones de diez horas, que nos dejan en la oscuridad,
de agua que no llega, ¡pura desesperación y calamidad!
Los hospitales, ¿qué te digo? ¡Un desastre total!
Chikungunya, dengue, ¡la cosa está que se va al final!
Sin medicinas, sin insumos, un grito ahogado en el pasillo,
pero el gobierno, señores, prefiere el brillo, el brillo.
¡Brillo de banderas ajenas, brillo de discursos vacíos!
Para que no veas la falta de todo, los bolsillos fríos.
Un guion preparado, una obra maestra de la distracción,
¡que viva el circo, señores, mientras se pudre la nación!
Levantan consignas, organizan marchas, cantan y aplauden,
mientras la comida escasea y las esperanzas se acaban, se acaban.
¡Solidaridad que trae el viento, pero no alivia el sufrir!
¡Palabras que suenan bonitas, pero no nos dejan vivir!
¡Oye, mi cubano, que no te distraigan más!
Que ninguna causa ajena te aparte de tu propio compás.
Que te vendan mil historias, que te muestren mil banderas,
la verdad, mi hermano, está aquí, en las calles, en nuestras quimeras.
No queremos más paños calientes, ni discursos de ocasión.
Queremos soluciones reales, ¡que nos devuelvan la ilusión!
Que no usen el dolor de otros pueblos para ocultar su fracaso,
¡Cuba necesita su son, su ritmo, su propio abrazo!
Porque la verdadera causa, la que nos quita el aliento,
no está en Palestina, ni en ningún otro firmamento.
La causa pendiente, la que nos llama sin piedad,
¡Es Cuba, mi Cuba, la que pide su verdad! ¡Azúcar negra!