¡Ni pa’ manteca! Los jubilados y el precio de los huevos
Dime, hermano, échale un vistazo a este cuento. Resulta que en Cuba, la cosa súper apretada. Los jubilados, esos que se fajaron toda la vida, ahora mismo están viendo cómo se les escapan los mangos por entre los dedos. ¿La razón? Los precios de la comida están por las nubes, ¡más altos que un papalote en un ciclón!
El aceite, un lujo de reyes (o de dólares)
Un pomo de aceite, asere, cuesta 1400 pesos. ¡1400 pesos! Para que te hagas una idea, la pensión mínima es un poquito más, ¡pero apenas! Eso quiere decir que muchos viejitos tienen que pensarlo dos veces antes de freír un huevo, o mejor dicho, antes de comprar un huevo. Un periodista, Boris Luis Alonso Pérez, lo dijo clarito: “¡A 1400 pesos un pomo de aceite! Cien pesos más y se equipara a la chequera de mi abuela”. Tremendo chiste, ¿no? Pero es la pura realidad. El tipo gana lo suficiente para comprar solo TRES pomos. ¡Tres! Eso sí que es candela.
La leche y los huevos: ¡Misión imposible!
Y no es solo el aceite, mi gente. Un kilo de leche en polvo, que cuesta entre 1600 y 1800 pesos, y un cartón de huevos, entre 1200 y 1500… ¡si los encuentras! Como diría el vecino chismoso, “eso está peor que un guagua llena en hora pico”. Con esos precios, hasta un yuma se pensaría dos veces antes de desayunar. Para los jubilados, olvídate; están más secos que un culda sin ron.
La solución: ¡Un cuento!
El periodista, en vez de tirar pa’lante con la verdad, le echó la culpa al sector privado, ¡qué descaro! Y pidió “incentivos”… Ño, asere, no me jodas. Esto es más complejo que armar un rompecabezas con los ojos cerrados. La realidad es que la economía está peor que un carro destartalado.
Al final del día, esto es un tremendo abuso. Los jubilados, nuestros abuelos, se merecen una vida digna, no sobrevivir con lo justo para no morirse de hambre. Que bolá con esto, ¿no? Esta situación es una tremenda película, llena de drama, pero sin final feliz… al menos por ahora.