La noticia me llegó con ese murmullo que a veces trae el viento digital, una noticia que invita a mirar más allá de lo que los ojos ven a primera vista. Se trata de Milenita, esa cubana en Miami que nos arranca sonrisas con su ingenio en las redes. Pero resulta que detrás de la carcajada, del gesto ocurrente, hay un río de voz esperando ser escuchado.
Uno creía conocer el cauce de sus aguas, el humor que la define, su manera de dialogar con el mundo desde esa ventanita de internet. Y de pronto, como si abriera un cofre guardado por años, nos regala una canción. “Hoy lo vi pasar”, de esa gran Rocío Dúrcal, resonando desde el asiento de un carro, pero con una profundidad que trasciende el asfalto y la prisa.
Escucharla es asomarse a una ventana que antes estaba cerrada. Es ver que la artista, la que nos dibuja sonrisas, también porta en su garganta la semilla de una melodía. Sus seguidores, que son legión y aprecian su autenticidad, se quedan, como uno, boquiabiertos. Las palabras de ellos resuenan en la red: “esto ya es a otro nivel”, “deberías dedicarte al canto”. Y uno piensa, ¿cuántos talentos duermen esperando el momento preciso para echar a volar?
Es que Milenita, que se llama Milena Sánchez y que además es doctora, tiene esa gracia de ser múltiple como el mar. La hemos visto en TikTok, en Instagram, siempre con esa chispa que ilumina. Y ahora, este regalo vocal, que nos hace pensar en los paisajes sonoros que llevamos dentro, a veces ocultos, a veces esperando la brisa correcta para desplegarse.
No es solo una canción, es la confirmación de que las personas somos constelaciones de dones. Que detrás de cada personaje que creamos o que nos crea la vida, hay un universo de posibilidades. Milenita, con su voz que se eleva clara y emotiva, nos recuerda que la esperanza también se canta, y que a veces, la más bella melodía surge de donde menos la esperamos, como una flor inesperada brotando en el cemento. Y uno, sentado aquí, con mi guitarra en el regazo, solo puede sonreír y pensar en la riqueza del alma humana.