En La Habana, la noche se hizo de pronto más negra,
una falla imprevista, un golpe en la red que nos deja sin lumbre.
A las cuatro y cincuenta de la tarde, el corazón de la ciudad se detuvo,
como un bongó que de pronto se calla, la energía nos dijo adiós, ¡y nos dejó en la penumbra!
Miles de almas, de solares y casas,
en Plaza, en Príncipe, en Boyeros, ¡qué pena!
La luz que se fue, y con ella el agua que falta,
¡así nos tratan, mi gente, así se nos agrava!
Hace apenas un día, ¡otra avería importante!
En Naranjito sonó la alarma, y otra vez la gente en la calle,
cuatro apagones masivos en la semana, ¡qué descaro!
El Sistema Eléctrico Nacional, un viejo tambor que ya no da el compás.
Dicen que tienen planes, que ahorran y cuidan,
pero la infraestructura se cae a pedazos, como caña vieja en el cañaveral.
El combustible escasea, y la generación se tambalea,
¡y nosotros, mi gente, en la oscuridad de la espera!
La gente en las redes, ¡vaya que tiene sabor!
Entre memes y quejas, la protesta arde en el corazón.
Ya no es solo lamento, ¡se alza la voz en el barrio!
Que queremos soluciones reales, que esto ya no es un juego de azar.
La luz que se va, el calor que nos pega, la incertidumbre que ahoga,
así vivimos en esta isla, mi hermano, ¡con el alma en la garganta.
Pero ojo, que el negro tiene aguante, el mestizo tiene resistencia,
¡y pronto bailaremos de nuevo, al ritmo de la justicia!
¡Azúcar negra!