Que la vida, esa vieja rockera desafinada, siempre nos da sorpresas que saben a ron barato y a titulares que gritan en la madrugada. Resulta que Jesaaelys Ayala, esa que heredó el apellido de un tal Daddy Yankee, se ha liado la manta a la cabeza y ha soltado una bomba en las redes que huele a controversia con sabor a polémica.
Todo empezó con una confesión que salió del alma, o al menos de la boca, en un video: la dieta de la señorita Ayala ahora es más austera que la cartera de un poeta un lunes por la mañana. Se acabó el azúcar, sí, pero ojo, que se acabaron las frutas también. Lo dijo así, sin anestesia, como quien anuncia un desahucio en pleno barrio. Y claro, en este circo de la internet, donde todos somos jueces y verdugos con un clic, la cosa se puso fea.
El Fruto Amargo de la Sinceridad
Que sí, que los frutos son dulces, que tienen vitaminas, fibra y todas esas cosas que nos dicen los que saben de comer bien. Pero Jesaaelys, con la determinación de quien se rifa la última copa en un tugurio, decidió que las frutas ya no pintaban nada en su menú. Los comentarios empezaron a llover, más rápido que las deudas en un casino: “¿Frutas no? ¿Pero qué te has fumao’?”, decían unos, mientras otros, con la ironía que solo la resaca te da, añadían: “¿Seguro que no te has metido unas patatitas fritas, que esas sí que son sanas, ¿verdad?”.
Y la cosa no se quedó ahí, no. Como si fuera poco el revuelo por la fruta, la joven decidió echar más leña al fuego, confesando que esto de afinar la dieta iba de la mano con el Mounjaro. Nada de Ozempic, que ya está muy visto, sino su primo hermano para los que buscan esculpir el cuerpo a golpe de pinchazo. Lo soltó con la naturalidad de quien pide otra ronda, dejando claro que sin buena alimentación, ni el medicamento más caro hace milagros, ni siquiera para dejar de roncar.
La Ciencia y los “Expertos” en el Bar
Aquí es donde la cosa se pone seria, o debería. Nutricionistas, médicos, y hasta el vecino de la esquina que se lee un artículo en Wikipedia, todos alzaron la voz. ¿El mensaje que se envía? ¿Jóvenes que ven esto y piensan que deben hacer lo mismo sin un café ni una charla con un profesional? La salud es un asunto más delicado que el equilibrio de un trapecista sin red, y estas declaraciones, aunque sean personales, pueden sonar como unManufacturers’ instructions.
Pero Jesaaelys, con la entereza de quien ha visto bailar a la muerte de cerca, insiste: “esto es lo que yo hago, por tres meses, no toda la vida”. Una pincelada de esperanza, quizás. Un intento de bajar el tono de un debate que ya huele a batalla campal en la red.
Al final, entre versos torcidos de dietas imposibles y el eco de las críticas en las redes, queda la historia de una chica que, como tantos, busca su camino. Un camino que, esta vez, ha decidido trazar sin azúcar, sin frutas y con un medicamento como compañero de viaje. Y a nosotros, que nos quedamos mirando desde la barra, solo nos queda brindar con un vaso de esa sabiduría amarga que te da saber que, al final, cada uno se busca la vida como puede, o como se la imaginan en la pantalla de su móvil.