La Desaparición de Eutiquio: Un Reflejo del Vacío Institucional en Cuba
Capítulo I: El Cafecito Amargo de la Desesperación
La noticia llegó como un golpe bajo, uno de esos que te deja sin aliento en medio de una conversación amena. Eutiquio Pérez Chain, 79 años, desaparecido en La Habana. Su familia, desesperada, recurre a Facebook y WhatsApp, herramientas del siglo XXI contra la ineficiencia del siglo pasado. ¿Dónde está el protocolo? ¿Dónde está la maquinaria estatal que se supone debe actuar en estos casos? Se lo preguntan, con la amargura de un cafecito cubano sin azúcar, los familiares de este anciano que sufre problemas de memoria. Mientras los algoritmos de las redes sociales se afanan en propagar la noticia, el Estado, ese gigante burocrático, parece ausente, perdido en un laberinto de ineficiencia.
Capítulo II: El Sueño Americano y la Realidad Cubana
Muchos cubanos han emigrado buscando el “sueño americano”, un lugar donde la seguridad y la protección estatal son derechos garantizados. Sin embargo, esta triste historia nos recuerda que para muchos en la isla, el sueño se transforma en una pesadilla cotidiana. La realidad supera la ficción, y no en el buen sentido. La familia de Eutiquio no puede confiar en un sistema de búsqueda eficiente; solo en la buena voluntad de los vecinos y la viralidad de las redes sociales. ¿Es esta la libertad prometida? ¿Es este el progreso que se nos ha vendido?
Capítulo III: La Hipocresía de la Propaganda
Es una farsa tragicómica. Se nos habla de un Estado protector, de una sociedad solidaria, pero cuando un anciano vulnerable desaparece, la responsabilidad cae sobre sus familiares, que tienen que improvisar una red de búsqueda a través de la tecnología que, irónicamente, el gobierno mismo trata de controlar. Mientras aquí debatimos esto, allá el pueblo busca cómo resolver lo básico. ¿Dónde está el Estado en todo esto? ¿Acaso no es su obligación proteger a sus ciudadanos, especialmente a los más vulnerables?
Capítulo IV: Más Allá de un Caso Aislado
La desaparición de Eutiquio, lamentablemente, no es un hecho aislado. Refleja una realidad compleja: la inseguridad creciente en la isla, unida a la ineficacia institucional. La falta de mecanismos eficientes para buscar a personas desaparecidas, y la necesidad de que las familias recurran a las redes sociales para movilizar la ayuda, expone la fragilidad del sistema. Es el mismo cuento de siempre, con distinto personaje.
Conclusión: Un Llamado a la Razón (y a la Acción)
Este caso no debería pasar inadvertido. Es un llamado urgente a la reflexión. La desaparición de Eutiquio es un símbolo de las fallas estructurales en un sistema que no brinda la seguridad básica a sus ciudadanos. Hasta que la realidad en Cuba se ajuste a la narrativa que nos venden, seguiremos viendo historias como esta: historias de desesperación, de vulnerabilidad, e incluso, de pérdida irremediable. Necesitamos más que solidaridad ciudadana; necesitamos un cambio real, un sistema que funcione para el pueblo cubano, no uno que lo abandone en momentos de crisis. Ojalá que Eutiquio regrese a casa. Pero incluso si lo hace, la deuda del Estado con su pueblo sigue vigente.