La Alcaldesa de Cuauhtémoc le mete candela a Sheinbaum por Fidel y el Che
Dime, hermano, échate este cuento que está más bueno que un pastel de guayaba. Resulta que la alcaldesa de Cuauhtémoc, esa Alessandra Rojo de la Vega, le ha declarado la guerra a Claudia Sheinbaum por el tema de las esculturas de Fidel y el Che. ¡Qué candela, asere!
Se las quitaron de un plumazo, y Sheinbaum salió a decir que eso era una falta de respeto, un acto de intolerancia, un… ¡un chiste de mal gusto!
Pero la alcaldesa, ni corta ni perezosa, le respondió con más fuerza que un ciclón: “Esas figuras representan una historia siniestra, un régimen que dejó a Cuba en la miseria. ¡Eso no es cosa de juego!”.
Según ella, las esculturas costaron una millonada (600 mil pesos, para ser exactos) y que la ley les da la potestad de hacer lo que quieran con el patrimonio de la alcaldía. ¡Qué descaro!
Subasta pa’ la causa
¿Y sabes qué dijo la jefa? Que hasta propone una subasta de las esculturas para echarle mano a la plata y resolver algunos problemillas en Cuauhtémoc. “Mejor eso que tener ahí símbolos del autoritarismo”, dijo, sin pelos en la lengua. ¡Esa es una mujer que se faja!
El pasado de la Alcaldesa
Sheinbaum, como buena política, le tiró la bola de que la alcaldesa había ido a Cuba antes y hasta se había tomado fotos con un mural del Che. ¡Qué coincidencia!
Pero la respuesta de Rojo de la Vega fue más rápida que una guagua en hora pico: “Eso fue hace años, cuando era joven y no entendía la política. Ahora, viendo lo que pasa en Cuba, me doy cuenta de que Fidel y el Che fueron los responsables del sufrimiento de millones”. ¡Pa’ que aprenda!
¡Tremendo cruce de palabras!
El intercambio de dimes y diretes en las redes sociales fue épico. Rojo de la Vega hasta le recordó a Sheinbaum que, cuando era jefa de Gobierno, ella misma mandó a quitar placas y monumentos de otras figuras históricas. ¡Qué hipócrita, eh!
“Lloran por una estatua de bronce, pero callan ante la sangre de nuestros jóvenes”, dijo la alcaldesa. ¡Tremendo bateo!
Al final del día…
Esto está más enredado que un ovillo de lana. Al final del día, el cuento termina así: las esculturas desaparecieron, las palabras volaron, y el debate sigue encendido. Solo el tiempo dirá quién gana esta tremenda pelea. ¡Qué bolá!