¡Escuelitas en ruinas y el Hotel K de 42 pisos! ¡De pinga!
Coño, asere, esto sí que es un cuento chino. Resulta que después del sismo ese que dejó a medio Oriente cubano en la lona, mil trescientos y pico niños de Granma están dando clases en carpas, ¡en carpas, mi gente! Como si estuvieran de acampada en Varadero, pero sin el mojito ni la playa. El cuento es que el gobierno, en vez de ponerle candela a la reconstrucción de las escuelas, se fue de vacilada y estrenó el Hotel K, un mamotreto de 42 pisos y más lujos que un yate de un jeque árabe. ¡Tremendo descaro!
Clases en carpa: ¡sin aire acondicionado, ni wifi!
Naciones Unidas, que son los únicos que parecen tener un poquito de corazón, mandaron unas carpas y letrinas. ¡Ah, qué detalle! Pero, ¿quién le dice a esos muchachos que las carpas no tienen aire acondicionado? ¡Y ni hablar del wifi, que hasta los guaguas tienen más señal! Imagínate, asere, estudiar con el sol dándote en la cabeza y los mosquitos haciéndote una serenata. ¡Eso sí que es una guapería criolla de las malas!
El Hotel K: ¡un lujo inmenso!
Mientras los chiquitos se fajan con el calor y los bichos, resulta que el gobierno inauguró el Hotel K. ¡Cincuenta y tantos millones de dólares, o quizás doscientos, según quién cuente! Nadie sabe el precio exacto, porque en Cuba la transparencia es más escasa que la carne de cerdo en la bodega. Pero, lo que sí es claro es que con esa plata se hubieran podido construir un montón de escuelas, ¡y hasta un par de hospitales!
La gente en la calle: ¡un hervidero!
La gente en las redes, claro, está que echa candela. “¿Nuestros niños en carpas y un hotel de 42 pisos? ¡Qué guapería!”, escribió una amiga en Facebook. ¡Y tiene razón, coño! Es que esto es más loco que un mono con metralleta. La gente está hasta la coronilla de promesas incumplidas y de tanta desigualdad. Hasta el vecino chismoso está callado por la sorpresa, y eso sí que es una señal.
El final del cuento: ¿y ahora qué?
¿Qué va a pasar ahora? Nadie lo sabe. Lo único claro es que mientras el turismo de lujo se agranda en Cuba, la educación de muchos niños sigue en la lona. A ver si alguien se da cuenta de que las inversiones millonarias en hoteles no van a alimentar a los chiquitos, ni a construirles unas escuelitas decentes. ¡A ver quién es el valiente que le dice al gobierno que eso no se hace, asere! ¡Que esto es una falta de respeto tremenda! ¡Tremendo comemierda!