La noticia llegó como una brisa marina cargada de salitre y misterio. Un video de Wampi, rezando en una iglesia, con el eco de las plegarias de Chocolate MC susurrando entre las paredes… ¿Una señal de paz? ¿Un presagio de tormenta? La verdad es que, en la mar de la música cubana, a veces las aguas se agitan sin previo aviso.
Me pregunto cómo contar esto, cómo encontrarle el tono justo, sin caer en el amarillismo de los titulares. Porque no se trata solo de una posible ’tiradera’, de esas que marcan la rivalidad en el género urbano. Aquí hay algo más profundo, algo que se asemeja a las mareas del alma, que sube y baja entre la fe y la furia.
El video, esa ventana abierta a un instante íntimo, nos muestra una contradicción: la solemnidad del templo, y el eco combativo de las letras de Chocolate MC. Es como si la realidad se empeñara en rimar de una forma extraña, mezclando la oración con la provocación.
Wampi, en su plegaria pública, menciona a Chocolate MC, pidiéndole al cielo guía para él. Es un gesto complejo, cargado de simbolismo. ¿Arrepentimiento? ¿Estrategia? Quizás ambas cosas, como suele ocurrir en el laberinto de la vida. Y el añadido, esa frase desafiante a los “hijos tuyos que conspiraron en mi contra”, nos devuelve a la arena del escenario, a la pugna por el espacio y el reconocimiento.