¡Doimeadiós se va! La Censura le Puso la Guagua a la Vuelta
Dime, hermano, échate este cuento: Osvaldo Doimeadiós, ese tipo que nos hacía reír hasta que nos dolía la panza con sus ocurrencias, ¡se bajó del tren de la televisión cubana! No, no es que se haya jubilado ni nada de eso, sino que el tipo se cansó de la misma cosa de siempre: la censura. Esa cosa que te deja con la lengua afuera y te pincha los sueños como una aguja de jeringuilla.
La TV Cubana: ¡Más Secreta que la Receta del Mojito!
Según cuenta el propio Doimeadiós en una entrevista que parece una descarga de 1000 voltios, trabajar en la televisión cubana es como andar por un campo minado. Grabas un chiste hoy, y mañana te dicen que no se puede emitir porque “ofende la sensibilidad nacional”. Y eso, mi gente, es más ambiguo que un pronóstico del tiempo en La Habana.
Ni siquiera el famoso “Vivir del Cuento,” que era un programa más pegadito que una camisa a la espalda, se salvó de la guillotina. Doimeadiós cuenta que de un día para otro, ¡puf!, el programa desapareció como por arte de magia. Sin explicaciones, sin nada. Como si lo hubieran tragado la tierra. Tremendo abuso, ¿no te parece?
La Censura Silenciosa: Más Peligrosa que un Cocodrilo en la Playa
Pero la cosa no se queda solo en la censura directa. Hay una “censura silenciosa,” como la llama él, que es peor. Demoras interminables para aprobar presupuestos, programas que se evaporan sin dejar rastro… todo muy misterioso.
Doimeadiós lo dice claro: esto no es cuestión de calidad, sino de “temas que molestan”. Y la solución para la dirección, ¡quitar el programa sin decir agua va! Como si el público fuera un muñeco de trapo, sin derecho a saber nada.
El Humor: ¡Un Arma que No Tumba Sistemas!
Doimeadiós defiende el humor como un respiro, una válvula de escape. Pero en Cuba, parece que el chiste tiene que ser tan inofensivo como un gatito dormido. Si toca temas “sensibles”, ¡zas!, a la papelera.
Ni él mismo entiende la lógica de la cosa. “¿El humor tumba un sistema? ¡Ni pinga!”, dice. El humor es oxígeno, alegría, un momento de tregua en una vida que a veces parece una carrera de obstáculos.
¡Adiós a la TV, Hola a la Libertad!
Así que Doimeadiós se despidió de la televisión, al menos de la programación oficial. No quiere seguir perdiendo el tiempo en una batalla perdida, en un juego de gato y ratón donde la creatividad está enjaulada como un pájaro en una jaula. Preferiría hacer teatro, enseñar, trabajar en otros medios, donde pueda expresar su arte sin tener que pedir permiso a cada rato. ¡Bravo por Doimeadiós!
El tipo está cansado de lidiar con la burocracia, con la falta de transparencia, con la opresión de una censura que no se atreve a mostrar su cara. ¡Tremendo comemierda esta situación! Pero bueno, el humorista no se rinde. Simplemente, elige una arena de lucha donde las reglas son menos absurdas. ¡Que viva el humor libre!