Dime, hermano, échate este cuento: ¡Cuba, la isla del ingenio, donde hasta la escasez se vuelve guapería! Te cuento que la cosa está pelúa, la situación está más apretada que un pantalón de un flaco en verano, pero, ¡ay, qué vaina!, el cubano se las arregla. Y se las arregla con una maña que solo un isleño tiene.
Capítulo 1: El Mercado de la Desesperación
El otro día, caminando por Santiago, vi una escena que me dejó con el ojo cuadrado. Un grupo de gente, bajo el sol del medio día, parecía estar en una especie de reunión clandestina. Pero no, asere, no era nada de eso. Era un mercadillo… ¡a la cubana! Cigarros por aceite. ¡Como si estuviéramos en el siglo XIX!
Un tipo, con una gorra más vieja que Matusalén, gritaba a todo pulmón: “¡Tres cajetillas de populares por medio litro de aceite! ¡Quien da más!”. La mujer que estaba al frente, le contestó: “Medio litro por tres… ¡Estás loco, compadre! Eso no me alcanza ni para la fritura de los viernes.”
La cosa era un relajo. Unos negociaban, otros se quejaban, y otros, los más avispados, se metían en la conversación para pinchar algún cambio. Una muchacha dijo: “Yo tengo aceite, pero busco arroz. Los puros ya los tengo”. ¡Tremendo ingenio!
Capítulo 2: Más que Cigarros y Aceite
La cosa no es solo aceite y cigarros, mi hermano. Allí se intercambia de todo, hasta lo que no te imaginas. Hablan de medicinas por jabones, de café por azúcar, de cualquier cosa por lo que más se necesita. ¡Una economía de trueque total!
¿Y sabes qué es lo más asombroso? La gente se ayuda. Se ríen, se quejan, pero se ayudan. Ese es el cubano, siempre encontrando la forma de salir adelante, a pesar de que las cosas estén más difíciles que sacar un clavo con la lengua.
Capítulo 3: La Guapería
En el fondo, todo este relajo de trueques es una muestra de la guapería. Un testimonio de la resistencia del cubano, de su capacidad para inventar, para adaptarse y sobrevivir en medio de la escasez.
Así que ya sabes, si alguna vez vas a Cuba y ves algo parecido, no te asustes. Simplemente observa. Observa cómo el ingenio cubano sigue vivo y coleando, a pesar de todas las dificultades. Es un espectáculo que solo puedes encontrar en esta isla mágica, donde hasta el más chiquitico problema se enfrenta con una sonrisa y un “dale, que así es Cuba”. ¡Ah!, y no olvides tu propia guapería para negociar. ¡Porque el trueque, asere, también es un juego!