¡Ay, Tati! El Zurdo de Oro se fue, ¡y lo dejaron botao'!
Coño, asere, que mala noticia me llegó hoy. Se nos fue Jorge Luis Valdés, “El Tati”, un zurdo que pinchaba como aguja en un juego de dominó. 234 victorias en Series Nacionales, ¡tremenda candela! Un tipo que le daba palo a los bateadores como si fuera a comerse un chicharrón de cerdo en plena calle. Pero, ¿sabes qué es lo más triste de todo? Que se fue solo, botao’, como tantos otros… Esa es la guapería criolla que a uno le amarga el café de la mañana.
El As de Matanzas y su final agridulce
Este hombre, asere, era un ídolo. Un gigante en la lomita, un maestro del pitcheo zurdo. Recuerdo como si fuera ayer sus lechadas, sus juegos de cero hit cero carrera… ¡Qué tiempos aquellos! Ganó medallas de oro en los Juegos Olímpicos, jugó en mundiales y panamericanos… ¡Un orgullo para Cuba! Pero, al final del día, ¿qué quedó?
El Tati, ya en su etapa final, sufría de alcoholismo. Y eso no es un cuento chino, mi gente. Lo veías por ahí, tirado en la calle, con hambre, con los ojos como si viera fantasmas… un tipo que merecía todo el respeto y el apoyo del mundo y terminó en la acera, como si fuera un fula cualquiera.
El olvido que duele más que una guagua llena
El cuento no es que nadie supo de su problema; la cosa es que muchos supieron y nadie hizo nada. Ahora salen todos a decir “Ay, qué pena, qué tristeza…”, pero ¿dónde estaban cuando El Tati necesitaba una mano, un plato de comida, una cama? ¿Dónde estaba la ayuda? Después de tantas glorias, tantos años defendiendo los colores de Cuba, lo dejaron solo.
La verdad es que esto es pura guapería de barrio, ¡pero la del mal gusto! Muchos dirigentes que ahora hablan maravillas del Tati, nunca hicieron nada por él cuando lo necesitó. Es la triste realidad, asere. Mientras te sirve, te premian. Cuando ya no produces, ¡a la calle!
Un legado para recordar, una lección que aprender
Jorge Luis Valdés, “El Tati”, ya se fue. Pero su historia tiene que servirnos de lección. No podemos dejar que otros ídolos del deporte cubano caigan en el olvido. Necesitan apoyo, respeto y reconocimiento, no solo cuando ganan medallas, sino siempre. Este hombre se merece un recuerdo eterno, pero también una reflexión sobre cómo cuidamos a quienes tanto han dado por nuestra patria.
Que descanse en paz, Tati. Que descanse en paz, Zurdo de Oro. Tu nombre no se va a olvidar, aunque algunos quieran borrar tu recuerdo… al menos no por nosotros, asere.