¡Ay, Miami! ¡El paraíso de los millonarios!
Dime, hermano, ¿te has preguntado por qué Miami está más llena de yates que de guaguas? Pues resulta que se ha convertido en el lugar de moda para los multimillonarios, esos que tienen más billetes que pelos en la cabeza. Según un reporte de esos “fresas” de Altrata (que se creen más finos que un peine de plata), Miami está en la cima del mercado de segundas residencias de lujo, ¡dejando atrás a París, Londres y hasta a la mismísima Nueva York!
¿Qué tiene Miami que no tenga otras ciudades?
Ño, asere, no es magia. Es una mezcla de cosas que a esos ricos les encanta:
- Impuestos: ¡Que se lo quiten a otro! En Florida no hay impuesto sobre la renta. ¡Tremendo vacilón para quienes tienen más lana que un oso polar!
- El clima: ¡Sol, playa y ron! No hace falta decir más, ¿verdad? Solcito, marcito… la vida es bella.
- Conexión: De aquí para allá, volando. Miami es un nudo de conexiones internacionales, perfecto para viajar como quien va a la esquina.
- La vida: ¡Más sabrosa que un mojito! Cultura, comida, fiestas… todo al nivel de esos que gastan más en una cena que nosotros en un año.
Los barrios que solo los ricos pueden comprar
Los multimillonarios no se conforman con cualquier cosa, hermano. Ellos buscan lo exclusivo, esos lugares donde solo se ven ferraris y yates de lujo. Según los expertos, estos son los barrios más codiciados:
- Brickell: Elegancia y modernidad.
- Sunny Isles Beach: Playas de ensueño y edificios imponentes.
- Coral Gables: Arquitectura histórica y un toque de clase.
- Miami Beach (South of Fifth y Fisher Island): Exclusividad total, un paraíso para millonarios.
- Downtown Miami: El centro de la acción, con vistas espectaculares.
¿Y quiénes son estos ricachones?
Pues de to’ hay, mi gente: americanos, latinoamericanos, europeos, ¡hasta de Asia y el Medio Oriente! Son empresarios de la finanzas, la tecnología, los bienes raíces… la crema y nata de la sociedad, como dicen. Y vienen a Miami porque aquí se siente bien, se vive bien, y se invierte con tranquilidad.
El impacto en el barrio (o no)
Con todo este derroche de dinero, el precio de las casas se ha ido por las nubes. En algunos lugares, el metro cuadrado cuesta más que un carro nuevo. ¡Hasta los yumas se asombran!
Esto ha beneficiado a algunos, claro. Pero a nosotros, los de a pie, ¿qué nos deja? Pues… a seguir soñando con un mojito en la playa, mientras miramos esos yates pasar. Al final del día, esto es pura guapería de los ricos.