¡Ay, Mamita! Martha Beatriz en el Ameijeiras
Dime, hermano, : Martha Beatriz Roque, la misma que les pone los puntos a los del gobierno, está en el Hermanos Ameijeiras. ¡Y no es de paseo, asere! La patriota está más grave que un gallo en un cajón de huevos. Insuficiencia renal y un montón de otras cosas que le tienen la lengua afuera desde que salió el sol.
La cosa está que arde…
Dicen que la cosa está pelúa. La gran Marta está grave, grave de verdad. Y aunque algunos dicen que le están dando “atención médica”, ya tú sabes cómo son esas cosas por aquí: más parece un castigo que un cuidado.
Su situación ha puesto a más de uno con los pelos de punta. Los opositores, los de derechos humanos, hasta el mismísimo embajador de los yumas, Mike Hammer, le han hecho la visita. ¡Tremendo alboroto!
Solidaridad en tiempos de candela
Pero como decimos en Cuba, “el que se faja, se despeina”: un montón de opositores estuvieron ahí, como garantes, cuando la trasladaron. Bertha Soler, la de las Damas de Blanco, ni te cuento; el Angelito Moya, el Rolando Rodríguez Lobaina… ¡Toda una representación de la resistencia cubana! ¡Eso sí es guapería!
La Economista que no se calla
Martha Beatriz, esa mujer es una joya. Una economista de tomo y lomo, que ha desafiado al régimen por décadas. Desde el grupo de los 75, hasta la lucha por los derechos humanos, siempre ha estado ahí, poniendo el pecho a las balas. No se calla ni aunque le pongan un bozal de oro.
¿Y ahora qué?
Ahora mismo, el mundo entero está con los ojos puestos en ella. Organismos de derechos humanos están en alerta, porque ya sabemos cómo se las gastan por aquí con los disidentes. ¡Que Dios la tenga en su gloria! Necesitamos más gente como ella. ¡Que se recupere pronto, coño!
Conclusión: Un pedazo de Cuba en lucha
La historia de Martha Beatriz es un pedazo de la historia de Cuba. Una historia de resistencia, de valentía, de lucha por la libertad. Su salud es una preocupación para todos los que creemos en una Cuba mejor. ¡Que se recupere pronto, y que siga echándole candela al régimen! ¡Eso sí es guapería criolla!