¡Ay, Mamá! ¡Un pedazo de iceberg del tamaño de París se soltó!
¡Coño, asere! ¿Qué tú crees que pasó? El iceberg A23a, que es más grande que la guagua que te lleva a la playa en agosto (o sea, ¡tremendo!), se partió como un dulce de guayaba. Un pedazo de 19 kilómetros de largo y 6 de ancho se desprendió. ¡Un chivatazo de la naturaleza que nos dejó a todos con la boca abierta!
¡Más grande que un guaguama!
Este bicho, el iceberg más grande del mundo, viene navegando desde 1986, como un barco fantasma por la Antártida. Estuvo quietecito por décadas, como un viejo en la mecedora, pero en diciembre se empezó a mover, arrastrado por las corrientes, como un carro sin frenos bajando una loma. Y ahora, ¡pum! Se le cayó un pedazo que es como ¡el doble de Guanabacoa!
Los científicos, ¡con la lengua afuera!
Los científicos, esos cerebritos, están mirando las fotos del satélite, como si fueran fotos de la ex. Dicen que es la primera vez que el A23a se parte de esta manera. Y la cosa está que arde, porque nadie sabe qué va a pasar ahora. ¿Se va a romper por completo, como un plato viejo? ¿O aguanta la pela y sigue navegando por ahí?
¿Y qué de la candela?
La verdad, mi socio, esto es un aviso. El cambio climático está que quema, y la Antártida no se salva. Este pedazo de hielo desprendiéndose es como un grito de auxilio de la Tierra. ¡Hay que fajarse, antes de que el planeta se convierta en un horno!
Mientras tanto…
En fin, mientras los científicos le dan vueltas a la cabeza, yo me pregunto: ¿cuándo van a inventar un helado de iceberg para refrescarnos este calor? Ño, asere, esto sí que es un cuento chino. ¡Que no se te olvide compartir esta noticia con tus panas, para que todos estén al tanto de lo que está pasando en el mundo! ¡Hasta la próxima, que Dios me lo bendiga!