¡Apagón en Belinda! ¡Cinco días sin luz y la candela prendida!
Dime, hermano, échate este cuento: en Belinda, San Miguel del Padrón, la cosa está que arde. Cinco días sin un chin de luz, ¡y la gente hasta las chancletas! Un transformador se fue de vacaciones, parece, y nadie lo ha ido a buscar. ¡Qué abuso!
La comida se pudre, los niños sin escuela… ¡y el silencio oficial!
Ño, asere, imagínate: cinco días sin nevera. La comida echando a perder, la leche agria, ¡hasta los huevos están protestando! Los niños, sin ir a la escuela, en plena época de exámenes, sudando como si estuvieran en un partido de pelota bajo el sol de mediodía. Y encima, ¡ni un alma de la eléctrica se asoma!
¡La gente se planta! Calles cerradas y la policía… ¡mirando!
La paciencia se acabó, mi hermano. La gente, harta de promesas vacías y de la falta de respeto, ¡cerró las calles! Ni un carro pasaba, ni un alma se movía. Un verdadero paro cívico improvisado, ¿oíste? La policía llegó, claro, pero más parecía que vinieron a ver el show que a resolver algo. ¡Como si fueran a echarle agua al fuego con un vaso de guarapo!
La otra cara del apagón: la desesperación de un barrio
Las imágenes hablan por sí solas: abuelos con abanicos de hojas de palma, familias cocinando en la calle con carbón, niños durmiendo en el suelo por el calor infernal… ¡Tremendo cuadro! Una vecina me decía: “¿Qué hacemos con la comida? ¿Cómo alimentamos a nuestros hijos con todo esto echándose a perder?” Y tenía toda la razón, mi gente.
¿Y el gobierno? ¡Silencio sepulcral!
El silencio es ensordecedor, asere. Parece que la electricidad es un lujo que solo se puede disfrutar en Miramar, o en las casas de los que mandan. En Belinda, la gente lucha por lo básico: ¡luz para vivir! ¿Qué pasa si alguien se enferma? ¿Quién responde? ¿Acaso esperan que ocurra una desgracia para reaccionar?
Esto no es un cuento chino, es la dura realidad cubana.
Esto es la Cuba de todos los días, mi hermano. La Cuba que no sale en la televisión. La Cuba que se faja todos los días por sobrevivir. La Cuba que necesita un cambio, ¡ya! Que bolá.